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Luchar es vencer

Voy a contarles una historia de una mujer que hace 23 años, teniendo solo 9 años me enseñó que luchar es muy importante, y que el cáncer SÍ se puede vencer.


Era junio, cuando después de su operación de vegetación, algo que parecía sencillo, paso a ser la demostración de valentía más grande que le tocó dar.


“Raudomiosarcoma para-faríngeo con metástasis en pulmones”, ese fue el dramático diagnóstico que solo le dió el 10% de probabilidad de vivir, y él que cambió su vida para siempre.


La primera etapa era quimioterapia: “es solo un suerito que te va ayudar a curar”. Eso le dijeron, pero olvidaron contarle la parte fea de ese “suerito”, se olvidaron de decirle que su largo pelo rubio hasta la cintura se iría cayendo, así sin más, como caen las hojas en otoño, que sus rosados cachetes pasarían a ser unos flacos y pálidos pómulos, y que su estadía en el sanatorio no sería justamente un spa.


Entre tanto y todo lo malo antes nombrado, ésta nena encontraba lugar para divertirse, dibujar (Dios ella sí que amaba dibujar), jugar con enfermeros y médicos, quienes se convirtieron en parte de su familia después de estar tantos días internada, usaba unos pañuelitos rosados a cuadrille en la cabeza y unas divertidos vestiditos sueltos llenos de flores para disimular su delgadez debido a la medicación y las náuseas diarias.


Ese año fue duro, ella tuvo que dejar el colegio de lado, ya que debía estar ocupada de otros “asuntos” un poco más urgentes, pero de todas formas visitaba a sus compañeros de escuela muy cada tanto y recibía casi a diario cartas y muñecos de peluche de sus amigos.


Esos primeros ocho meses fueron duros, incluyeron una mudanza a la casa de sus abuelos para que ella y su mamá no estuvieran solas y en caso de una emergencia su abuelo pudiera auxiliar en el auto familiar.


Pero milagrosamente los resultados que su doctora Sandra, una ángel para esta niña, fueron alcanzando mejorías.


Terminadas las quimios, siguieron sesiones de rayos para acechar aún más su tumor, siguió un autotrasplante de médula ósea, un tratamiento muy innovador para esa época, siendo ella uno de los primeros pacientes pediátricos en realizarlo en su ciudad.


Se internó un 12 diciembre para este último tratamiento, y mágicamente en Navidad un análisis arrojó que estaban sus primeras células sanas creciendo en su médula. El fin de año pudo pasarlo en su casa, rodeada de toda su familia.


Ella nunca dudó que el camino iba a ser duro. Una vez le preguntó a su mamá si se iba a morir, su sabia mamá la miro a los ojos y le pregunto si ese era su deseo a lo que la nena respondió: “yo no me quiero morir”, su mamá se sonrió y dijo que entonces tenía que LUCHAR y que al final todo iba a estar bien.


Esa nena hoy tiene 32 años, mamá de Toto, diseñadora gráfica, amiga, bloguera en Che ¿De pana? Esa nena soy yo, Evangelina, quien después de 23 años sigue luchando, porque de eso se trata la vida ¿No? Pero con una batalla ganada al Cáncer.


Todos estamos comprometidos contra el cáncer, todos debemos apoyar las nuevas tecnologías, todos debemos hablar de ésta enfermedad, pero sobre todo acompañar a quienes están en esta lucha. Y no sentir lástima cuando vean a alguien en su batalla, sino respeto por la fuerza que se necesita para afrontarla.


En Argentina muchas organizaciones necesitan ayuda para poder seguir curando. Ser donantes de médula ósea hoy es tan sencillo como donar sangre y anotarte en el registro mundial, quien sabe, puedes salvar a una persona que está en el otro lado del mundo esperando que vos también tengas el coraje de ayudar.




Fotos: Evangelina Ramón


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